El arte no es espejo para reflejar la sociedad,
sino un martillo para darle forma
Bertolt Brecht
Cuando uno habla de México, rápidamente vienen imágenes bellas, pirámides, selvas, bosques, una infinidad de animales, algunos un tanto exóticos, gastronomía exquisita, playas hermosas y muchas tradiciones que nos distinguen del resto del mundo. Sin embargo, nuestro país también puede asociarse a ideas negativas: narcotráfico, corrupción y una violencia que viene en escalada en donde, en ocasiones, uno está más a salvo fuera del hogar que dentro de él. Esto no es nada nuevo. Mucho se ha hablado y trabajado al respecto, tanto de manera directa y violenta, como de manera indirecta, y es en esta última donde los artistas podemos aportar nuestros conocimientos para construir una mejor sociedad.
Con base en mi experiencia, puedo decir que el arte influye directamente en los jóvenes, - no necesariamente creando artistas-, sino por la capacidad que tiene para desarrollar habilidades para la vida, que son fundamentales para una convivencia más pacífica en la sociedad. El arte genera empatía, pensamiento crítico, pensamiento creativo y asertividad en aquel individuo que se deja llevar por él; se convierte en el refugio de aquel que viene con problemas en el hogar y es la salida más positiva a todas sus dificultades.
En el estado de Yucatán, donde radico, existen, -como en muchos otros estados del país-, signos de violencia en las calles. Quizá no sea en la misma proporción que en algunos otros; sin embargo, aquí podemos encontrar un tipo de violencia que me parece la mas peligrosa: llamémosle la “violencia invisible”. Con este término me refiero a aquella que no se muestra, que no se habla y, -por supuesto-, se sella con el famoso “aquí no pasa nada”. Pero definitivamente sí pasa, y ésto se puede ver reflejado en el alto índice de suicidios, donde ocupamos los primeros lugares en nuestro país.
Ante todo esto, surge la pregunta: ¿y qué se está haciendo al respecto? Bueno, pues a la par de todos los programas institucionales, varios grupos de artistas nos hemos dado a la tarea de llevar arte a las zonas más marginadas o necesitadas de atención. En diversos casos, es por medio de talleres, pero también por medio de espectáculos en escuelas y al aire libre en parques de diferentes colonias, por mencionar algunos ejemplos. Ésto ha demostrado tener mayor impacto que otros programas, incluso más que las típicas charlas sobre violencia, reflejándose en la recuperación de los espacios públicos, transformándolos en un “oasis” para aquel ciudadano que sufre de violencia.
El trabajo de prevenir la violencia por medio del arte no es sencillo. Requiere de capacitación constante en los temas para aplicarlos en su metodología de trabajo y de vida. Es decir, el artista que trabaja desde el enfoque de la prevención está obligado a prepararse y aplicar ese conocimiento en todo momento, en todas partes y en su persona, Con esto quiero decir que este trabajo exige un compromiso que no acaba en la “breve” aportación que realizó con su taller o presentación, sino que exige un compromiso enfocado a mejorar su comunidad.
Es muy probable que nuestro trabajo como artistas no sea valorado en ciertos sectores, -y esté sobre valorado en otros-, provocando que se le vea como un “adorno” en la sociedad. A pesar de existir un gran aporte en el área cultural de nuestro país, en el terreno de lo social son muy contadas las entidades, -en cualquiera de los niveles de gobierno-, que realmente ven al arte como el eje transversal que ayuda a la transformación de la sociedad hacia una cultura de paz. Incluso en aquellos lugares en donde se comienza a aplicar esta transversalidad, no se aportan los recursos necesarios para ejecutar en su totalidad estos proyectos artísticos en pro de la comunidad, y en muchos casos, estos recursos ni siquiera son de carácter monetario.
Los artistas que nos dedicamos a la prevención de la violencia en comunidades nos enfrentamos comúnmente con géneros o estilos que no son muy bien aceptados por los académicos del arte, tal como el Rap, el Reggaetón, el graffiti, la cumbia, entre otros, pero debemos entender que es por medio de éstos que nuestros jóvenes, -y la comunidad en sí-, se expresan. Nosotros como agentes transformadores tenemos que tener en claro que lo importante es llevar el mensaje y no el modo en el que éste llega a la sociedad. Por ello, no debemos juzgar absolutamente ninguno de estos géneros, sino por el contrario, debemos utilizarlos como el medio que nos acerque a la comunidad para desarrollar el pensamiento critico que lo lleve a reflexionar si está o no generando un ambiente de violencia, -visible o invisible-, y también crear el interés por las diversas formas artísticas, lo que nos ayudará a crear nuevos públicos.
Es un trabajo muy difícil, pero a la vez, muy satisfactorio al descubrir que, poco a poco, ocurrió una transformación desde lo micro hasta lo macro. El saber que, gracias a tu función donde hablaste del "cutting", se pudo encontrar y canalizar varios casos al haber llegado al alma de cada joven, o saber que una señora denunció a su marido por violencia tras ver tu puesta en escena, o de la comunidad que mantiene en óptimas condiciones su parque tras un concierto donde la ecología fue tema principal.
El arte, como medio para la prevención de la violencia, no es ninguna nueva invención. Sin embargo, opino que aún faltan muchos que deben voltear a ver esta área de desarrollo. Estoy seguro que tendrían mucho que aportar en esta importante labor, sobre todo en un país con tanto potencial como el nuestro. Próximamente estaré publicando más sobre este importante tema.
Juan José Chacón
Artista escénico y titiritero
Mérida, Yucatán, a 15 de junio de 2020
Lic. en Teatro de la Escuela Superior de Artes de Yucatán. Es actor, titiritero y director teatral. Ha enfocado su carrera en el arte como medio de transformación social y prevención de la violencia. Desde 2017 ha sido asistente de dirección en diferentes proyectos operísticos como "Pagliacci", de Leoncavallo, "Don Giovanni", de W. A. Mozart y "Turandot", de Puccini. Es Director de Proyectos en Mérida, Yucatán por parte de Escenia Ensamble, A. C. y brinda su voz para el personaje principal de la zaga de ópera para niños "TrasCandilejas", de Ragnar Conde.
EXCELENTE TRABAJO . FELICIDADES